Blogia
Uigui: un nombre al azar

Historia

Historia Aura era una historiadora. Yo, también. Grecia nos apasionaba. Cualquier cosa griega nos alegraba. Un nombre, un dibujo, cualquier cosa. Aura tenía una pequeña réplica del Partenón en su mesita de luz y una foto gigante que empapelaba las paredes de su habitación. La colcha de su cama y las fundas de los almohadones consistían en telas blancas y escrituras griegas en bordó. Las sábanas eran iguales pero con letras azules. Un azul marino, quizá. Su camisón decía Grecia en la espalda y Grecia adelante.
Mi casa era normal. Nada griego. Nada. Ni una estatuilla ni una foto ni un libro ni una película. Nada. Nada por la simple razón de que mi esposa desconocía totalmente mi pasión por Grecia. Tampoco mis hijos lo sabían. Pero no era lo único que no sabían. Tampoco sabían, por ejemplo, que el perro ese molesto que teníamos no se escapó. Se murió.
La historia fue larga. Aura y yo estábamos en mi casa comentando un documental sobre Grecia que habían pasado por televisión. Era interesante, realmente. Toti, el perro, estaba ladrando a más no poder en el patio que está en el frente de la casa. A mí no me importó y a Aui tampoco. Aui es el sobrenombre que yo le había puesto a Aura en el secundario, cuando fuimos novios, y empezábamos a compartir la misma pasión por Grecia. Eso mi esposa tampoco lo sabía. La cuestión es que el perro gritó tanto, tanto, que Aui y yo nos dispusimos a llevarlo a la vereda. Estábamos caminando. Habíamos estado caminando por media hora y nos encontrábamos lejos de mi casa. Pero cerca de la suya. De pronto nos encontramos frente a su edificio y ella dijo:"¿Viste el documental que van a pasar sobre Grecia esta noche?". El corazón se me paró. Había una razón por la cual mi esposa no sabía de mi pasión por Grecia; porque yo sabía de su odio a Grecia. Me explicó el odio treinta veces. La razón, los hechos y todo con detalle. Pero cada vez que me nombraba Grecia, yo me encontraba en mi mundo, en mis pensamientos. En la réplica del partenón que guardaba Aura y en las paredes, en las paredes... y esa noche yo debía cenar con mi esposa y con las nenas, pero grabadora no tenía. Mientras yo pensé todo eso, la correa de Toti se me soltó. Sólo volví a la realidad cuando escuché gritos y la frenada de un auto. Toti estaba tirado en el medio de la calle. Aui y yo corrimos a buscarlo, pero ya había muerto. Sin esperanzas, nos metimos en la casa de Aui y decidimos enterrarlo, pero nadie podía saberlo. Al otro día llegó una carta sin remitente. El sobre tenía guardas griegas, eso sí. Enseguida me di cuenta de que la carta era de Aui. Decía:"Ya está todo hecho, eso quedará sólo en nuestro recuerdo". En el papel había muchísimas guardas griegas que aludían al recuerdo, al secreto. Al mirar las guardas, yo recordaba ese hecho. Parece simple en realidad, pero fue todo un drama ver llorar a mis hijas cuando les dije que Toti se había escapado. Si les hubiera dicho la verdad, habría sido peor. Sin embargo mi esposa, al ver la carta llena de guardas griegas, la rompió en pedacitos. Sólo recuperé una parte de la guarda, que se encuentra ahora guardada muy secretamente en uno de los cajones de Aura.

0 comentarios