Blogia
Uigui: un nombre al azar

Shui y Tu

Shui y Tu Cuando fue a visitarla no estaba. Dijo Osvaldo que se había ido a la playa. Entonces decidió quedarse un rato con él. No era mala persona en realidad. Un tanto inmaduro se podría decir. La mala era ella. Todos la querían pero se notaba la maldad en sus venas, las miradas despectivas, ese aire de venganza. Después de unos mates, conversaciones sobre fútbol y música cayó rendida a sus pies. Cómo podía ser que aquella mujer tuviera a ese hombre. Tenía que ser suyo.
Se fue, pero volvió. Iba ahora diariamente a ver a Osvaldo, a verlo sonreír y a escucharlo tocar música. Pero él seguía con ella, aunque no por mucho tiempo. Poco a poco fue ganándose su confianza, conquistándolo lentamente.
Y un día se enteró de que la había dejado. La felicidad qe sintió duró por lo que parecía una eternidad. Un mes después Osvaldo le confesó su amor. Le dijo que había sido un error haberse juntado con ella y que nunca amaría a nadie como estaba amando en ese momento.
Juntos construyeron castillos, puentes, reinos de los que fueron reyes. Pero en toda historia de castillos, puentes y reinos, hay un dragón. Y ella contratacó.
Poco a poco lo recuperó, imitando quizá la técnica con que se lo habían robado. Osvaldo cayó como había caido antes en sus garras.
Entonces se fue con ella dejando atrás aquel castillo donde había sido tan feliz. Dejando atrás un puente y un reino que se inundó de lágrimas y de sangre.

0 comentarios