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Uigui: un nombre al azar

Querido Diario

Querido Diario 22 de marzo de 2003

Hoy me llamaron para darme una noticia. Como habitante de Estados Unidos, tendría que estar orgullosa. ¿Pero cómo estarlo? Mi hijo murió en combate. “Murió sirviendo a su país”, me dijeron. Pero no me importa a quién estaba sirviendo, pues está muerto. Me siento culpable. En parte yo lo obligué a ir a Irak. Desde que marchó, día tras día vivíamos con el televisor y la radio prendidos y leyendo el diario cautelosamente para ver si su nombre aparecía. ¡Claro que no salió en el diario! ¡Ni en la tele! ¡Ni en la radio! “Vamos ganando”, decían todos. ¿Ganando qué? ¿Por qué luchamos? ¿Por qué luchan aquellos soldados cuyo nombre no será reconocido en los libros de historia cuando esta masacre acabe? ¿Con qué propósito declaramos la guerra? ¿Con qué propósito la estamos ganando? Y a la última carta que me mandó, no pude responder. Es que la bandera que cuelga en mi casa ya no representa nada más que la muerte. Y no puedo evitar pensar en las familias de los otros soldados. Cuando se den cuenta de que sus hijos murieron por nada.

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